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Rafael López Aliaga ¿presidenciable? (2)

¿En serio es quien creemos que es para votar por él?

Publicado: 2021-04-03

[Continuación del artículo anterior. Seguiremos mostrando las creencias que sostienen los futuros votantes de RLA en apoyo de su candidatura para así evaluar su validez].

A pesar de lo expuesto en el artículo anterior, los simpatizantes de RLA todavía defenderán su candidatura al creer que su exitosa carrera empresarial aseguraría un potencial buen gobierno suyo. Dirán que es un destacado empresario que se hizo solo y de la nada. Esto es cierto. Sería mezquino negarle su éxito empresarial que le permite amasar millones de soles con sus empresas tanto en el rubro hotelero y ferroviario como en el financiero. Estos logros son la prueba, dicen sus seguidores, de que es capaz de enrumbarnos económicamente con éxito para salir del estanco al que nos ha conducido la pandemia y la mala gestión de los últimos gobiernos. También, RLA podría agilizar el aparato estatal, porque qué mejor que un gran gerente para dirigir el Estado como una empresa, y así producir riqueza para todos los peruanos.

Por mi parte, no creo que un empresario, por mucho éxito que tenga, sea necesariamente un buen político. A veces, los caracteres de estos personajes son tan opuestos que devienen antagonistas. Pero que no se me mal entienda. Es cierto que existe en el mundo empresarios que, al mismo tiempo, son buenos políticos, pero creo que ser empresario no asegura el buen ejercicio político, a tal punto que, en ciertas circunstancias, pueden resultar enfrentados. Esbozaré algunas razones. Primero, la empresa privada siempre persigue, al final de todo, sus propios intereses; en cambio, el estado, conducido por el gobierno de turno, debe incluir los intereses de todos los involucrados. Secundo que la empresa privada es fuente de puestos de trabajo para miles de personas en el Perú y el mundo; y al mismo tiempo, muchas entidades integran áreas de responsabilidad social. Pero, finalmente, su objetivo es siempre aumentar sus ganancias, el lucro. En cambio, el estado en una democracia debe velar por los intereses de todos los ciudadanos de un país, así pertenezcan estos a grupos minoritarios. Es por ello que, por ejemplo, el Estado concede el permiso de explotación de recursos naturales a empresas privadas con el compromiso de respetar ciertos acuerdos en beneficio de todos los ciudadanos del país, pero particularmente de los ciudadanos que habitan las zonas aledañas a la extracción.

Asimismo, el tratamiento de la oposición es muy diferente entre la perspectiva de un empresario y la de un político. En el mundo empresarial, la competencia es considerada desde el enfoque de la obtención de más ganancias. Si su presencia contribuye a ello, se apoyará su existencia en el mercado, de lo contrario se persigue su desaparición, es decir, la consolidación de un monopolio, hasta donde permita la ley, por supuesto. Por el contrario, la democracia debe incluir a la oposición como fundamento de su existencia. Porque la oposición se vuelve de alguna manera una garantía de diversidad de posibilidades en las que puede ubicarse el ciudadano según su postura, y no forzosamente seguir la opinión mayoritaria o del poder de turno.

Podemos también aseverar que los tiempos de la empresa y la política son distintos. Las empresas, ya sea por sus objetivos, el copamiento del mercado y el incremento de sus ganancias, ya sea por el reducido número de sus intereses, se desenvuelven a un ritmo más acelerado. Asimismo, es indudable que el estado se mueve a paso de tortuga por los engranajes oxidados de su burocracia. Sin embargo, debemos recordar que los objetivos principales del estado en el plano educativo, sanitario, económico, etc., son enormemente ambiciosos, e involucran una pluralidad y diversidad de intereses, y una gran población beneficiaria.

Por lo dicho, es poco probable proyectar a un empresario, particularmente a RLA, como un buen político presidenciable. Pobremente habla a su favor cargar sobre sus espaldas manejos de monopolios, demonizar a sus opositores que están también en carrera presidencial y planificar una posible administración empresarial del estado prometiendo objetivos imposibles en tiempos reducidos. En conclusión, tomando en cuenta también el artículo anterior, las creencias de los simpatizantes de RLA acerca de este candidato, en el plano moral y político, no son completamente ciertas o, de ser ciertas, no lo hacen, como quisieran sus adeptos, presidenciable.


Escrito por

Alexánder Muñoz Ferrer

Ex ingeniero, proyectista, filosofofo


Publicado en

Sociedad filosofofa

Sociedad, política y ética. Sobre todo lo que nos sorprende y también de lo que lamentablemente nos hemos acostumbrado